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La importancia del ejercicio y actividad física en la edad adulta

En la actualidad, la sociedad es cada vez más consciente de la importancia del ejercicio y la actividad física en la vida cotidiana. Con el paso de los años, mantener una rutina de ejercicio se vuelve fundamental para disfrutar de una vida plena y saludable en la edad adulta.[1]En esta nota, vamos a explorar los beneficios de mantenernos activos en la tercera edad, así como las actividades recomendadas y consejos para integrar la actividad física en nuestra rutina diaria.

Los beneficios del ejercicio en la tercera edad

El ejercicio en la edad adulta aporta múltiples beneficios a nuestra salud. Algunos de los más destacados son:

  • Mejora la calidad de vida: El ejercicio regular ayuda a mantener la movilidad, la fuerza y la flexibilidad, lo cual es fundamental para conservar nuestra independencia y calidad de vida en la tercera edad.[2]
  • Prevención de enfermedades: La actividad física contribuye a prevenir enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, osteoporosis, entre otras condiciones que afectan a los adultos mayores.[3]
  • Mejora el equilibrio y previene caídas: Al fortalecer los músculos y mejorar la coordinación, el ejercicio ayuda a prevenir caídas, que son una causa común de lesiones en la tercera edad.[4]
  • Estimula la función cognitiva: Estudios demuestran que la actividad física regular ayuda a mantener la agilidad mental y reduce el riesgo de desarrollar demencia y Alzheimer.[5]

Actividades físicas recomendadas para personas mayores de 50 años

Mantenerse activo y comprometido con un estilo de vida físicamente activo es crucial a cualquier edad, y esto incluye a quienes tienen más de 50 años. Las personas en esta etapa de la vida a menudo gozan de una gran variedad de habilidades físicas y es importante seleccionar actividades que no solo se alineen con los intereses individuales, sino que también ofrezcan beneficios para la salud en función de sus niveles de aptitud y experiencia personal.[6]

Algunas actividades recomendadas incluyen[7]:

  • Caminar: Caminar puede ser una excelente forma de disfrutar del aire libre y socializar, al mismo tiempo que se fortalece el corazón y los músculos de las piernas. Es versátil y puede adaptarse a cualquier ritmo.
  • Natación: Esta actividad ofrece un ejercicio completo del cuerpo sin poner estrés en las articulaciones. La natación es ideal para todas las edades y habilidades, proporcionando tanto un desafío cardiovascular como fortalecimiento muscular.
  • Yoga o tai chi: Estas disciplinas milenarias combinan movimientos suaves y controlados con técnicas de respiración y meditación, lo que contribuye a mejorar la flexibilidad, fuerza y equilibrio.
  • Ejercicios de fuerza y resistencia: Incorporar ejercicios de fuerza y resistencia, como levantar pesas o realizar ejercicios con bandas elásticas, ayuda a mantener y mejorar la masa muscular.

¿Cómo integrar la actividad física en la rutina diaria?

Incorporar la actividad física en nuestra vida cotidiana puede ser más fácil de lo que pensamos. A continuación, te dejamos algunas ideas para que puedas empezar[8]:

  • Establecer objetivos realistas: Comenzar con metas pequeñas y alcanzables nos ayuda a mantener la motivación y a progresar de manera gradual.
  • Integrar la actividad física en tus actividades diarias: Aprovechá las tareas cotidianas para mantener la actividad, como caminar al supermercado o subir escaleras en lugar de usar el ascensor.
  • Buscar compañía: Realizar actividades físicas con amigos o en grupo puede ser más entretenido y motivador.

¿Qué relación hay entre el Herpes Zóster y la actividad física?

El Herpes Zóster, también conocido como culebrilla, es una infección viral causada por la reactivación del virus de la varicela-zóster (VZV). Esto sucede cuando el sistema inmunológico se debilita y afecta generalmente a personas en edad adulta.[9]Aunque la actividad física no tiene un impacto directo sobre la aparición del Herpes Zóster, mantener una rutina de ejercicio en la edad adulta puede ser beneficioso para estar más saludables.[10]A continuación, te mostramos algunos beneficios de realizar ejercicio[11]:

  • Fortalecimiento del sistema inmunológico: La actividad física regular puede ser un aliado contra la inmunosenescencia, proceso en el que el sistema inmune se debilita a partir de los 50 años.
  • Reducción del estrés: El estrés puede debilitar el sistema inmunológico y aumentar el riesgo de desarrollar Herpes Zóster. La actividad física es una excelente herramienta para manejar el estrés y mantener nuestro sistema inmunológico en óptimas condiciones.
  • Mejora del bienestar emocional: El ejercicio también puede ayudar a mejorar nuestro bienestar emocional, lo que es especialmente importante en personas que padecen herpes zóster, ya que el dolor y las molestias asociadas a esta enfermedad pueden generar ansiedad y depresión.
  • Alivio de síntomas: Aunque la actividad física no es un tratamiento específico para el Herpes Zóster, realizar ejercicios suaves y de bajo impacto, como caminar o practicar yoga, puede contribuir a aliviar el dolor y la tensión muscular asociados a esta enfermedad.

La importancia del ejercicio y la actividad física en la edad adulta es innegable, tanto para prevenir enfermedades o afecciones como para mejorar nuestra calidad de vida, manejar el estrés y mejorar nuestro bienestar emocional.[12]

Por ello, es fundamental mantener una rutina de ejercicio adaptada a nuestras necesidades y capacidades en la tercera edad. Recordá que ante cualquier duda que tengas sobre el estado de tu salud es importante que consultes a tu médico para recibir un diagnóstico adecuado.

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